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¿Voy o no voy al psicólogo?

¿Voy o no voy al psicólogo?

En ciertas etapas de la vida, nos encontramos en la situación de que no sabemos resolver ciertos problemas y las emociones están más allá de lo que podemos soportar. O simplemente sentimos que nuestra vida ha tomado un rumbo al cual no encontramos sentido, nos sentimos vacíos, deprimidos o ansiosos. Nuestros seres queridos nos aconsejan ir al psicólogo, pero muchos lo desestiman. Esto se debe a diferentes causas: miedos (a que me “psicoanalicen”), prejuicios (es sólo para locos), autoengaños (yo puedo con esto sólo, no necesito ayuda de nadie)

Dar el primer paso para ir a la consulta es un acto de valentía, de profundidad, de madurez, pero sobre todo de ganas; ganas de ser más feliz, de afrontar los problemas y buscar soluciones, de estar agusto con uno mismo y ganas de ser respetuoso con uno mismo.

Afortunadamente la sociedad ha avanzado y el papel del psicólogo como profesional de la salud mental pero también como entrenador o guía en la mejora y el bienestar del individuo se ha afianzado y normalizado. Según los profesionales, es el miedo a “sacarnos la coraza” lo que nos aleja de la terapia.

 

¿Cuándo ir al psicólogo?

No existen normas en relación a cuándo acudir al psicólogo, todo depende de cada uno.

La clave está en identificar y entender lo que está pasando en nuestras vidas en este momento. Si nos sentimos ansiosos, descontentos o amargados, podría ser la forma en que nuestro cuerpo nos está avisando de que toca hacer un cambio, descubrir. Y en ese descubrimiento, sentirnos acompañados por un profesional que nos oriente, nos guíe desde el afecto, la escucha y la empatía.

Los seres humanos podemos tener estados o días en los que no queremos hacer nada, nos sentimos deprimidos, cansados o estresados. Pero si notamos que esos “días malos” se repiten, que son la norma de nuestro día a día y no la excepción, es cuando debemos preguntarnos si no es bueno buscar algún tipo de ayuda externa.

Éstas son algunas señales escondidas que nos avisan de que puede ser un buen momento para acudir al psicólogo:

1. No tienes ganas de ir a trabajar (miedo al despertar o “deprimirse los domingos”). El trabajo ocupa gran parte de nuestras vidas y nos puede conectar con el propósito de vida y con sentirnos útiles. Si no está colocado puede generar mucha insatisfacción y sufrimiento.

2. Estas viviendo en el pasado o soñando en el futuro (escaparte del presente soñando con el futuro o quedarte anclado en un daño o hecho del pasado)

3. La gente te dice constantemente que te relajes (amigos, compañeros de trabajo, que llevan diciendo esto desde hace un tiempo, que te ven estresado, como si te dijeran supéralo)

4. Estás celoso de los éxitos de otros (la envidia como dijimos es una señal de descontento con nuestra vida y no tienen nada que ver con el logro d otras personas). Es importante escuchar qué nos dicen los celos o la envidia para saber en qué estamos bloqueados o atrapados en nuestra propia vida.

5. Te despiertas cansado: es una señal de descontento (no necesariamente en lo laboral) es difícil descansar adecuadamente con preocupación Y angustias en nuestra vida.

6. Te sientes inquieto, la sensación de necesidad de hacer algo o de ir a algún sitio es una señal de que tu creatividad está siendo bloqueada y algo debe cambiar. La incapacidad para estar contento y sereno puede sugerir que hay algo que debes hacer y es te toca descubrirlo.

7. Hablas mal de la gente: cotillear es una manera de desviar el cambio que necesitamos hacer en nuestras vidas. Cuando nos encontramos hablando mal de otros es importante preguntarnos qué estamos evitando en nuestra vida y luego darnos cuenta de que enfrentarlo es lo mejor que podemos hacer.

8. Todo el mundo parece molestarte. Encontrar siempre algo malo en los demás es una pista de que hay algunos problemas subyacentes que indican de alguna manera una infelicidad con tu vida.

9. Tienes una sensación constante de mal presagio. Esperar que algo malo suceda conducirá a que algo malo suceda. Alimentando la preocupación e impidiendo que te puedas concentrar en lo que estás haciendo ahora mismo.

 

¿Por qué un psicólogo y no otra persona?

Ante un problema, la mayoría de las personas decide pedir consejo a quienes tienen más cerca, puede ser la pareja, los amigos, los padres o incluso un compañero de trabajo. Sin duda, contar con una perspectiva diferente de la situación por la que estamos atravesando y apoyarse en la experiencia de otras personas es una estrategia válida, pero no siempre es la más eficaz.

Estas personas pueden transmitirte su experiencia y puntos de vista pero éstos no siempre son la mejor solución para tu caso en concreto. No pueden marcar una distancia emocional y carecen de la objetividad necesaria. Por eso, en ocasiones, pueden brindarte una opinión que te incline a tomar la decisión menos indicada.

En el trabajo con el psicólogo aprendemos herramientas para enfrentarnos de forma distinta a nuestra vida, formas más adaptativas de responder a aquello que nos genera sufrimiento y en ocasiones formas distintas de percibir.

Nos descubrimos como personas que poseen capacidades y potencialidades que no sólo nos ayudan a sobrevivir, sino a vivir plenamente. 

El psicólogo no nos empuja, ni arrastra a lugares a los que no queremos ir. Al contrario, nos estimula a observar nuestras posibilidades para que podamos escoger con sabiduría y serenidad. Y una vez elegido nos hace confiar en que podremos llegar. ¡Porque podemos llegar!